La inteligencia artificial está transformando radicalmente la forma en que interactuamos en redes sociales, impulsando tendencias que difuminan las líneas entre la realidad y la fantasía. Un ejemplo palpable es la proliferación de imágenes con estética Ghibli o estilo Polaroid, donde la IA permite a los usuarios insertar su rostro en escenarios imposibles, incluso junto a figuras públicas o seres queridos, creando experiencias visuales altamente personalizadas y nostálgicas.
Según la investigación publicada por Gestión, esta creciente popularidad plantea serias interrogantes sobre la privacidad y los derechos de imagen en el entorno digital.
El auge de estas tendencias, aparentemente inofensivas, esconde una realidad preocupante: al utilizar plataformas de IA para modificar nuestras fotografías, cedemos derechos significativos sobre ellas. Expertos como Jenner Jose Fuentes, BDM de Digital Business en TIVIT, advierten que los términos de servicio de plataformas como Gemini (Google), Grok, ChatGTP o YouCam Perfect, otorgan a estas empresas una licencia amplia y permanente para usar, almacenar, modificar o incluso comercializar nuestras imágenes.
Esta licencia no es exclusiva, sino global y transferible, permitiendo a las empresas utilizar las imágenes para crear obras derivadas sin necesidad de pagar regalías. Willy Ugarte, director académico de Ciencias de la Computación e Ingeniería de Software de la UPC, añade que los servidores de estas plataformas no solo almacenan nuestro rostro, sino también los metadatos asociados a la imagen, como la ubicación, la hora y el tipo de dispositivo utilizado para capturarla. Estos datos, a menudo inadvertidos, pueden revelar información sensible sobre nuestros hábitos y rutinas.
La información recopilada por estas plataformas se utiliza, en gran medida, para el “entrenamiento continuo” de los modelos de IA, mejorando su capacidad para generar imágenes y contenidos cada vez más realistas y personalizados. Sin embargo, esta práctica no está exenta de riesgos. La vulnerabilidad de los sistemas de seguridad puede exponer nuestra información a ataques cibernéticos, lo que puede derivar en la creación de “deepfakes” y otros tipos de contenido manipulado.
Los deepfakes, como se ha evidenciado en casos de suplantación de identidad de figuras públicas como Julio Velarde, presidente del BCRP, y Elon Musk, pueden ser utilizados para fines fraudulentos y estafas, causando graves perjuicios económicos y reputacionales. Se estima que los ciberdelincuentes han logrado sustraer más de US$ 80 millones utilizando la imagen de Elon Musk para promover inversiones en bitcoins.
Ante este panorama, surge la pregunta crucial: ¿podemos eliminar nuestro registro digital? La respuesta, lamentablemente, no es alentadora. A diferencia de la Unión Europea, donde la legislación protege al usuario y le permite solicitar a plataformas como Google o Meta que no utilicen sus fotos para otros fines, en Perú no existe una regulación específica que proteja los datos de los usuarios ni el uso indebido de su imagen. Aunque eliminemos nuestra cuenta o borremos la aplicación de nuestro smartphone, las imágenes pueden permanecer almacenadas indefinidamente en los servidores de estas plataformas, debido a sus políticas de retención de datos.
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