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La popularización de cualquier dispositivo o proceso nuevo no ocurre como una varita mágica. Esto pasa necesariamente por una serie de cambios culturales, además, por supuesto, del avance técnico y la reducción de costes de la nueva tecnología. Aunque no es la novedad del próximo verano, el M-Payment está ganando fuerza en países de latinoamérica como Brasil, y esto podría calentar pronto la economía digital del país. La ampliación del acceso a los pagos móviles, cada vez más baratos, ágiles y fáciles de usar, crea un escenario de nuevas oportunidades para las empresas y las personas.
El número de compradores que utilizan pagos móviles digitales por aquí puede llegar a los 80 millones, según un estudio de Frost & Sullivan. Además de reemplazar el uso de efectivo, el M-Payment permite la inclusión financiera y bancaria de la población de bajos ingresos, ofrece mayor facilidad, seguridad y conveniencia para los minoristas, consumidores y transacciones financieras entre individuos, y también aumenta la posibilidad de un servicio personalizado a las demandas de los clientes.
Brasil tiene la particularidad de contar con un gran número de líneas móviles habilitadas y una población no bancarizada. Según datos del IPEA, hay 55 millones de adultos en el país sin cuenta bancaria, mientras que Anatel reveló en junio de este año que hay 282,4 millones de líneas móviles activas. Otro dato optimista para la difusión del M-Payment en Brasil proviene del propio Banco Central: el uso de teléfonos móviles y otros dispositivos móviles en las transacciones bancarias se disparó un 2,275%, un crecimiento aún mayor que el del servicio de Internet, que creció un 135% en el período y ya representa el 40% de las operaciones.
Los consumidores de las clases C, D y E, por ejemplo, son económicamente activos, pero no están vinculados a ningún banco ni utilizan una tarjeta de crédito. Por lo tanto, tienen un gran potencial para beneficiarse de la expansión de M-Payment. En este contexto, la reunión entre la experiencia de los bancos y los operadores puede permitir la realización de los pagos móviles en escala. Así, esta porción de la población podrá realizar transacciones de manera rápida, segura y conveniente, sin tener que circular con dinero en sus bolsillos o hacer colas.
Con la continua evolución de las tecnologías de pago, las instituciones financieras tendrán que actualizar sus medios y sistemas de back-office heredados para satisfacer la demanda de los clientes de pagos digitales más rápidos y en tiempo real. Así, tendrán que dedicarse aún más al desarrollo de tres campos que sirven de base para el M-Payment: Herramientas para la Gestión de Cuentas, Plataformas de Pago y Procesamiento de Transacciones. A favor del usuario está el escenario de gran competitividad entre los operadores telefónicos del país, lo que facilita la interoperabilidad de los pagos móviles y el hecho de que contamos con un sistema bancario y financiero muy avanzado – un hecho ignorado por muchos.
Al mismo tiempo, las grandes empresas pueden beneficiarse de la eliminación de intermediarios para fortalecer la relación y acercarse al usuario final. Si bien la privacidad es una preocupación entre los usuarios en general, las empresas podrán aprovechar los datos aún no explorados de las operaciones para obtener insights y crear marketing personalizado, y transformar la relación entre los minoristas de consumo ofreciendo experiencias cada vez más personalizadas.